domingo, 8 de abril de 2012

Colombia: Primeros cien días del Alcalde Petro – por Paloma Valencia Laserna

APRIL 6, 2012



Estos primeros 100 días nos han permitido conocer un poco más al Alcalde Petro. Lo visto, ha desilusionado a muchos, quienes a pesar de no haber sido sus electores directos, le dieron un voto de confianza.
Petro fue elegido con tan sólo el 32% de los votos. La línea no izquierdista –que fue derrotada- era poderosa, tenía el 55% de la votación de la ciudad: Peñalosa obtuvo el 25%, Gina el 17% y Galán el 13%. Se dijo, muchas veces, que quienes votaban por los dos jóvenes, serían electores pasivos de Petro. Al dejar de acompañar a Peñalosa –que se supone tenía un programa más parecido al de éstos dos- estaban eligiendo a Petro, por lo tanto, tendrían que asumir la responsabilidad de su elección.
Lo cierto es que muchos votantes de Gina y Galán, preferían a Petro que a Peñalosa, no por razones políticas, sino por la antipatía que suscita el candidato Verde. Muchos creían que Petro haría una buena alcaldía pues pretendería usar el cargo como trampolín hacia la Presidencia. Así que votaron por los jóvenes –aun sabiendo que no serían victoriosos- bajo la ilusión de que Petro no lo haría mal. Sin embargo, la opinión actual ya no tiene esa certidumbre; más de uno sostiene que en estas circunstancias hubiera preferido votar por Peñalosa.
La desilusión tiene que ver con la falta de comunicación del Alcalde. Twittea, pero lo hace de una forma caótica, que genera desasosiego en una ciudad que está colapsada. Si bien Petro no causó la crisis, al elegirse como Alcalde se hizo responsable de ella, de manera que el mero señalamiento de los problemas –más que evidentes- no lo exonera de la necesidad de actuar y resolver. Son pocos días para que pudiera haber solucionado algo –eso lo entendemos todos- pero no se ve la línea de acción; los bogotanos sentimos que naufragamos entre la improvisación de quien  pretende ser  el Alcalde Fundador. Aspira desconocer los procesos anteriores e imponer sus ideas, como si la administración fuera el burdo ejercicio del capricho o querer de los gobernantes. Gobernar en una democracia supone coordinar un proyecto parcial –de tan sólo 4 años- con lo que se ha hecho y lo que harán otros.
Lo que es más molesto del Alcalde es la manía de sentirse perseguido y vivir en la paranoia de una conspiración en su contra. Es natural que habiendo sido elegido con un tercio de la votación, tuviera que hacer un esfuerzo para conquistar al casi 70% de los votantes que no lo acompañaron; pero lejos de ser persuasivo, Petro optó por la confrontación y el delirio de persecución. Pareciera que busca siempre un culpable de todo lo que pasa: las protestas no son espontáneas, sino actos en su contra; las críticas no son opiniones, sino campañas de desprestigio; la oposición no es un fenómeno político, sino una manera de sabotear su gobierno. Algunos izquierdistas conviven en con esa idea de que el mundo conspira; tal vez porque la teoría marxista creó algo similar cuando planteó que las estructuras de poder no eran neutras y que servían a los propósitos de una clase. Como sea, parece que el Alcalde necesita un enemigo para su gobierno y anda en la consecución del mismo.
No deja de ser paradójico que sea Petro quien descalifica la critica y pretende convertirla en la causa de todas sus desgracias, cuando fue él critico vehemente del gobierno anterior. Su carrera se hizo a base de debates de oposición, de críticas y de recriminaciones –unas con razón y otras sin ella. Ahora que es él el gobernante parece mucho menos tolerante con la oposición; más agresivo con quienes lo critican y ofensivo con quienes no lo siguen.
Esto plantea la necesidad de debatir si la elección del Alcalde de las grandes ciudades colombianas debería tener segunda vuelta, de manera que los mandatarios llegaran con más del 50% de respaldo. Eso aumentaría la gobernabilidad y daría mayor legitimidad a las decisiones de la administración.
Fuente: El Espectador (Colombia)

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